Las empresas pueden perseguir diversos objetivos, como el de atraer nuevos (o más) clientes, aumentar las ventas, mejorar su posicionamiento en redes, etc. Y, para ello, emplean distintos modelos estratégicos que reciben el nombre de embudos de ventas.
Estas herramientas son como mapas que describen cada uno de los momentos o etapas que atraviesa un usuario hasta lograr la concreción de una compra o la contratación de un servicio. El objetivo es diseñar acciones específicas, anticipar miedos y objeciones, y brindar toda la información necesaria para que el cliente se sienta seguro y satisfecho.
Ventajas de implementar embudos de ventas
Un embudo de ventas es, entonces, un plan de acción cuya finalidad es el de convertir a un simple usuario en un cliente.
Su elaboración consta de simples pasos: El primero es el de definir el buyer persona, es decir, el arquetipo del cliente ideal, sus conductas de consumo y la relación con la empresa; el segundo es delinear las estrategias de comunicación necesarias para todo el trayecto del consumidor; el tercero es poner en marcha y supervisar el embudo; el cuarto se basa en medir la estrategia a través de los KPIs (Key Performance Indicators o Indicadores Clave de Performance); y, finalmente, optimizar el embudo y realizar los cambios que se consideren necesarios.
Todas estas acciones persiguen varios beneficios, como el de mejorar la productividad de tu empresa; detectar falencias y oportunidades con mayor celeridad; conocer a los clientes en profundidad y captar otros nuevos; y adquirir información valiosa para lanzar nuevos productos o servicios.
De esta manera, los embudos de ventas pueden aplicarse a múltiples situaciones, pueden ayudarte a detectar si una promoción o descuento dio sus frutos; si los clientes se acercan a tu marca por su calidad o porque el precio es conveniente; si debés o no diversificar tu inventario o cartilla de colores; o si las quejas siempre responden a un determinado factor, entre otras cuestiones.
